DARK. El Tiempo es Tirano


Hace tiempo (justamente) venía con ganas de escribir algo sobre Dark. Hay dos aspectos de la serie que me parecen interesantes. Sobre el primero, la naturaleza de las teorías del tiempo que subyacen a la fabula, pienso hablar en otro posteo. El segundo, al que me voy a referir a continuación, compete a los mecanismos narrativos de la serie, su núcleo ideológico. Aquello de lo que en verdad se habla. 

Lo que sigue contiene inevitablemente spoilers, aunque no sé si en este caso eso es necesariamente malo, dada la complejidad de la trama. Empecemos por preguntarnos qué lazos establece Dark con otros mundos ficcionales, con qué otras series, películas o novelas dialoga. Si al comienzo se la emparentó fallidamente con Strange Things, al final de la tercera temporada queda claro que su referente ineludible es Lost. El procedimiento distintivo de la antológica serie de Damon Lindelof y J.J. Abrahams eran los flashbacks (más tarde flashforwards y flashsideways) por el que se nos permitía reconstruir la historia de los personajes y sus relaciones fuera de la isla. Esa lógica de rompecabezas está presente también en Dark, con la excepción de que los flashbacks no son tales, dado que presente, pasado y futuro conviven simultáneamente. Sabemos lo que ha pasado o pasará porque está pasando ahora. Por si ello no bastara aquí también hay una sustancia negra de origen indefinido, un paraje aislado en el que se acumulan los misterios, sociedades secretas, golpes de efecto, romances y un final absolutamente decepcionante. 

El otro ilustre antecesor de Dark, por sorprendente que parezca, es la trilogía Volver al Futuro (que en cuanto a ficciones audiovisuales sobre viajes temporales, no ha podido aún ser superada). Allá como acá los viajes en el tiempo son solo una excusa para hablar de las relaciones familiares, que del mito de Edipo a esta parte son la única paradoja temporal que verdaderamente nos interpela. Más allá del tiempo universal, metafísico, del tiempo matemático de los relojes, del cambio del clima y las estaciones, la evidencia más palpable y humana de nuestro viaje diario a través de las horas, es el hecho de que crecemos, el hecho de que no somos lo que alguna vez fuimos ni mucho menos lo que seremos. Nuestros padres y nuestros hijos son la única evidencia palpable, real, verdadera de esos otros que seré o he sido. Y eso es de lo que en verdad se trata en Dark (y también en Volver al Futuro, con un resultado muy superior, claro). Del conflicto inter-generacional. De la incapacidad de la juventud para comprender a una edad media que se las apaña como puede para lidiar con el apocalipsis del que son en parte culpables. De la imposibilidad de esos hombres y mujeres de treinta y pico para perdonar a aquella generación en retirada que como ellos ahora han hecho lo que han podido para evitar el desastre. Ya se sabe: pandemias, crisis económicas globales, desastres ambientales ¿Cómo no culparlos? 

No es casual que la serie se ubique en un pueblo perdido de Alemania, corazón europeo de la catástrofe neoliberal. A fin de cuentas, la trama cientificista y metafísica no es más que una gigantesca excusa para demostrar que una persona nunca es la misma persona cuando se la considera en tres momentos diferentes de su vida y que aquello que en un momento censurábamos se vuelve de pronto aceptable. En Volver al Futuro, encontrarse con uno mismo podía llevar a la destrucción del espacio tiempo. En Dark es uno de los recursos más atractivos de la historia. En rigor el procedimiento ya había sido utilizado múltiples veces, en la literatura, el cine y el teatro. En la obra teatral Tres mujeres altas de Edward Albee, por ejemplo, o en el cuento El otro de Borges. Aunque en esa obra y en ese cuento los autores no sintieron la necesidad de justificar el encuentro apelando al bosón de Higgs o al átomo de Cesio. 

Porque lo que desilusiona del final, no es tanto la remisión de un argumento de ribetes metafísicos, al drama personal de un padre y un hijo (a fin de cuentas eso es justamente la historia universal para el catolicismo), sino lo anodino de ese drama. Lo torpe de la resolución. No sé si Dark es una serie tan buena como para creer que el guión contiene en verdad una trampa, pero uno se siente tentado de pensar que así es. Cuando al final se nos revela la existencia de un tercer mundo, ello nos parece absolutamente lógico, puesto que el tres es el número rector de la trama: tres edades, tres épocas, treinta y tres años entre una y otra. Lo que no resulta verosímil es que ese mundo sea justamente el verdadero, el original, el que dio principio a los otros dos. Tampoco es entendible que Claudia le diga a Adam que luego de haber repetido infinitas veces un mismo ciclo (en verdad aquí hay un error, pues la repetición implica un observador externo, con un tiempo externo, que sea consciente de esa repetición; dentro del universo de los personajes de Dark todo ha sucedido una sola vez, de manera simultánea) está teniendo al fin una conversación novedosa. Lo que uno intuye es que en verdad el sacrificio de Martha y Jonás (Eva y Adán) es uno de tantos finales posibles en uno de tantos universos posibles, en algunos de los cuales Tannhauss nunca discute con su hijo y en otros de los cuales el apocalipsis sucede en Australia y en otros es causado por una ingesta mundial de queso. 

En uno de esos tantos universos Dark es solo una serie de televisión y hay una pandemia allá afuera y alguien en un remoto país de un remoto continente se anima a escribir estas palabras… No sea cosa que…

¡En Cuarentena hacemos Tele-TEATRO!


Los teatros han sido los primeros en cerrarse y serán probablemente los últimos en abrir; pero como hay que sobrevivir y nos gusta ponerle el pecho a las balas hemos decidido hacer TELE-TEATRO (que no es exactamente teatro, claro) y subir a la red diez obras de la Compañía Nacional de Fósforos. La modalidad se llama gorra virtual. Hay para todos los gustos, para niñxs, para no tan niñxs, de humor, de amor, de aventura y algún que otro clásico contemporáneo ¡Pasen y vean, que ahora también y más que nunca, lxs necesitamos del otro lado! 

¿Cómo Funciona? 

Hacés click en la obra que te interese. Elegís día y horario y cuánto querés pagar (podés no pagar nada). Te va a llegar al mail un link para que puedas ver la obra en Youtube. El video estará disponible desde el horario de la función y durante las siguiente 24 Hs, por si querés volver a verla en ese lapso de tiempo.

Próximas Funciones:

VIENTOS DE LEVANTE 
Jueves 14 al domingo 17 de Mayo, 20:00 Hs
FUERZA ATÓMICA en BAHÍA TEATRO! Sábado 16 de Mayo, 19:00 Hs
DAMIENS 
Miércoles 20 y jueves 21 de Mayo, 20:00 Hs
EL ÁREA 18
Viernes 22 y sábado 23 de Mayo, 20:00 Hs

Historia de 2 Ciudades: Taller de Ciencia, Escritura e Imaginación en el Centro Cultural de la Ciencia | Online

Había una vez dos ciudades separadas por un gran río que parecían muy distintas pero que tenían mucho más en común de lo que a simple vista uno podía ver. En la ciudad de la ciencia vivían los científicos, publicaban libros, trabajaban en laboratorios y hacían descubrimientos que cambiaban nuestra forma de ver el mundo. En la ciudad del arte vivían los artistas, publicaban libros, ensayaban en sus estudios hasta altas horas de la noche y daban a la luz obras de teatro, novelas y cuentos que cambiaban nuestra forma de ver el mundo.

Y entre las dos mediaban puentes, autopistas y carreteras, pero también pasillos secretos, túneles escondidos, toboganes y laberintos que iban y venían de aquí para allá.

Como parte de la programación virtual que el Centro Cultural de la Ciencia ofrecerá este mes para todos los públicos, este taller de Ciencia, Escritura e Imaginación se propone demostrar que el trabajo de los científicos y el de los artistas se parecen bastante más de lo que se piensa, a través de anécdotas curiosas y divertidos ejercicios que buscan estimular la fantasía para hacer arte a partir de la ciencia o tal vez ciencia a partir del arte. Comprobaremos cómo las ideas más fantásticas de la ciencia pueden ser maravillosos puntos de partida para la creación pero también cómo algunas obras de arte han inspirado y siguen inspirando a los científicos a la hora de resolver problemas en el laboratorio o en las universidades. Cada uno de los encuentros estará centrado en un tema. El miércoles 15 de Abril hablaremos sobre EL TIEMPO y el jueves 22 sobre EL INFINITO.

Miércoles 15 y 22 de Abril 17:00 Hs

Teatro ONLINE | ¡MAPA del TIEMPO en El Extranjero!

¿Dónde está hoy el teatro? Descansa en las bibliotecas, en los libros de teatro. Se esconde en los sueños, en los juegos que jugamos, en las historias que nos contamos. El teatro está en los cuerpos que quieren actuar, subirse raudamente a los escenarios. En las obras que aún no se han escrito. En los personajes que aún no se han creado. Y también está en Internet. Un pálido recuerdo de lo que también es el teatro. Porque el teatro es encuentro y hoy no podemos encontrarnos y abrazarnos. Pronto, muy pronto volveremos a sentir el calor del teatro. Mientras tanto estaremos por aquí y por allá haciendo funciones en la web o dando clases a distancia.

Para empezar este Viernes a las 19:00 Hs hacemos una función de MAPA del TIEMPO en la WEB de El Extranjero. Para verla solo tienen que acceder al siguiente LINK en el día y horario indicados. Nos vemos por acá, hasta que volvamos a encontrarnos en el teatro. 

Un hombre solo en un páramo deshabitado cuenta una única historia que contiene, como todas las historias, fragmentos de otras historias, pedazos deshilvanados de chistes, mitos, relatos, recuerdos, pequeñas cosmogonías cotidianas, discursos políticos, fórmulas científicas, con el objeto de contestar una única pregunta ¿cuál es el sentido de todo esto, todo lo que es el mundo, todo esto? Historia, mitología, ciencia, política y literatura se buscan, se encuentran y se pierden en esta nueva co-producción de la Compañía Nacional de Fósforos junto a La Convención Teatro y DocumentA Escénicas sobre el problema más urgente de la metafísica. Un delirio onírico atravesado por los mitos e historias de las que estamos hechos, por esas obsesiones que nos habitan, por esas preguntas que a lo largo de las épocas se siguen preguntando a sí mismas a través de los hombres.

Viernes 10 de ABRIL 19:00 Hs

Mi vida en Cuarentena | Convocatoria para Artistas Residentes en la Provincia de Buenos Aires

HASTA EL 13 DE ABRIL Mi vida en cuarentena es una convocatoria abierta a artistas que deseen compartir contenidos digitales con propuestas creativas, a través de las redes sociales y otras plataformas de cultura de la Provincia. La convocatoria está dirigida a artistas y productores culturales, residentes en Provincia de Buenos Aires, que hayan desarrollado actividades en un centro y/o espacio cultural en todo el territorio de la provincia de Buenos Aires en los últimos doce meses, y puedan acreditarlo. Los artistas y productores culturales seleccionados recibirán como contraprestación un monto de $8000. Los contenidos digitales presentados serán publicados en redes sociales o otras plataformas de cultura de la Provincia.

BASES E INSCRIPCIÓN

El Arte Narrativo y la Magia | Jorge Luis Borges

El análisis de los procedimientos de la novela ha conocido escasa publicidad. Esa continuada reserva tiene por causa histórica la anterioridad de otros géneros y por causa fundamental la inextricable y morosa conjugación de los artificios novelescos, que es laborioso desprender de la trama. El analista de una pieza forense o de una elegía, posee un vocabulario especial y la oportunidad de exhibir párrafos que se bastan; el de una populosa novela carece de términos convenidos y no puede ilustrar lo que afirma con ejemplos inmediatamente fehacientes. Demando, en vista de eso, un quantum adicional de resignación para las verificaciones que siguen. 

Empezaré por considerar la faz novelesca del libro The life and death of Jason (1867) de Morris. Mi fin es literario, no histórico: de ahí que deliberadamente omita cualquier estudio, o apariencia de estudio, de la filiación helénica del poema. Básteme copiar que los antiguos -entre ellos, Apolonio de Rodas- habían versificado ya las etapas de la hazaña argonáutica, y mencionar un libro intermedio, de 1474, Les faits et prouesses du noble et vaillant chevalier Jason, impracticable en Buenos Aires naturalmente, pero que los comentadores ingleses podrían revisar.

El proyecto de Morris era de casi imperceptible, íntima valentía. Era la relación auténtica de las aventuras apócrifas de Jasón, rey de Iolcos. La sorpresa lineal, recurso general de la lírica, no era posible en esa narración de más de diez mil versos. Esta necesitaba ante todo una fuerte apariencia de veracidad, si no absoluta, capaz a lo menos de producir esa espontánea suspensión de la duda, que determina para Coleridge la fe poética. Morris consigue despertar esa fe; quiero investigar cómo.

Solicito un ejemplo del primer libro. Aeson, rey desposeído de Iolcos, entrega su hijo a la tutela selvática del centauro Quirón. El problema reside en la difícil verosimilitud del centauro. Morris lo resuelve insensiblemente. Empieza por mencionar esa estirpe, entreverándola con nombres de fieras que también son extrañas.

Where bears and wolves the centaurs' arrows find,

explica sin asombro. Esa mención primera, incidental, es continuada a los treinta versos por otra, que se adelanta a la descripción. El viejo rey ordena a un esclavo que se dirija con el niño a la selva que está al pie de los montes y que sople en un cuerno de marfil para que aparezca el centauro, que será (le advierte) de grave fisonomía y robusto, y que se arrodille ante él. Siguen las órdenes, hasta parar en la tercera mención, negativa engañosamente. El rey le recomienda que no le inspire ningún temor el centauro. Después, como pesaroso del hijo que va a perder, trata de imaginar su futura vida en la selva, entre los quick-eyed centaurs -rasgo que los anima, justificado por su condición famosa de arqueros. El esclavo cabalga con el hijo y se apea al amanecer, ante un bosque. Se interna a pie entre las encinas, con el hijito cargado. Sopla en el cuerno entonces, y espera. Un mirlo está cantando en esa mañana, pero el hombre ya empieza a distinguir un ruido de cascos, y siente un poco de temor en el corazón, y se distrae del niño, que siempre forcejea por alcanzar el cuerno brillante. Aparece Quirón: nos dicen que antes fue de pelo manchado, pero en la actualidad casi blanco, no muy distinto del color de su melena humana, y con una corona de hojas de encina en la transición de bruto a persona. El esclavo cae de rodillas. (Anotemos, de paso, que Morris puede no transferir al lector su representación del centauro ni tampoco invitarnos a tener otra: le basta con nuestra continua fe en sus palabras, como en el mundo real).

Idéntica persuasión pero más gradual, la del episodio de las sirenas (catorceno libro). Las imágenes preparatorias son de dulzura. La cortesía del mar, la brisa de olor anaranjado, la peligrosa música reconocida primero por la hechicera Medea, su previa operación de felicidad en los rostros de los marineros que apenas tenían conciencia de oírla, el hecho verosímil de que al principio no se distinguían bien las palabras, dicho en modo indirecto:

And by their faces could the queen behold
how sweet it was, although no tale is told,
to those worn, toilers o'er the bitter sea,

anteceden la aparición de esas divinidades. Estas, aunque avistadas finalmente por los remeros, siempre están a alguna distancia, implícita en la frase circunstancial:

for they were near enow
to see the gusty wind of evening blow
long locks of hair across these bodies white
with golden spray hiding some dear delight.

El último pormenor: el rocío de oro -¿de sus violentos rizos, del mar, de ambos o de cualquiera?- ocultando alguna querida delicia, sirve otro fin, también: el de significar su atracción. Ese doble propósito se repite en una circunstancia siguiente: la neblina ansiosa de lágrimas que ofusca la visión de los hombres. (Ambos artificios son del mismo orden que el de la corona de ramas en la figuración del centauro). Jasón, desesperado hasta la ira por las sirenas, las apoda brujas del mar y hace que cante Orfeo, el dulcísimo. Viene la tensión, y Morris tiene el maravilloso escrúpulo de advertirnos que las canciones atribuidas por él a la boca imbesada de las sirenas y a la del tracio Orfeo, no encierran más que un transfigurado recuerdo de lo cantado entonces. La misma precisión insistente de sus colores los bordes amarillos de la playa, la dorada espuma, la roca gris nos puede enternecer, porque parecen frágilmente salvados de ese antiguo crepúsculo. Cantan las sirenas para aducir una felicidad que es vaga como el agua -«Such bodies garlanded with gold, so faint, so fair»-; canta Orfeo oponiendo las venturas firmes de la tierra. Prometen las sirenas un indolente cielo submarino, «roofed over by the changeful sea», «techado por el variable mar», según repetiría -¿dos mil quinientos años después, o sólo cincuenta?- Paul Valéry. Cantan y alguna discernible contaminación de su peligrosa dulzura entra en el canto correctivo de Orfeo. Pasan los argonautas al fin, pero un alto ateniense, terminada ya la tensión y largo el surco atrás de la nave, atraviesa corriendo las filas de los remeros y se tira desde la popa al mar.

Paso a una segunda ficción, el Narrative of A. Gordon Pym (1838), de Poe. El secreto argumento de esa novela es el temor y la vilificación de lo blanco. Poe finge unas tribus que habitan en la vecindad del Círculo Antártico, junto a la patria inagotable de ese color, y que de generaciones atrás han padecido la terrible visitación de los hombres y de las tempestades de la blancura. El blanco es anatema para esas tribus y puedo confesar que lo es también, cerca del último renglón del último capítulo, para los condignos lectores. Los argumentos de ese libro son dos: uno inmediato, de vicisitudes marítimas; otro infalible, sigiloso y creciente, que sólo se revela al final. «Nombrar un objeto, dicen que dijo Mallarmé, es suprimir las tres cuartas partes del goce del poema, que reside en la felicidad de ir adivinando; el sueño es sugerirlo». Niego que el escrupuloso poeta haya redactado esa numérica frivolidad de las tres cuartas partes, pero la idea general le conviene y la ejecutó ilustremente en su presentación lineal de un ocaso:

Victorieusement fui le suicide beau
tison de gloire, sang par écume, or, tempête!

La sugirió, sin duda, el Narrative of A. Gordon Pym. El mismo impersonal color blanco ¿no es mallarmeano? (Creo que Poe prefirió ese color, por intuiciones o razones idénticas a las declaradas luego por Melville, en el capítulo The whiteness of the whale de su también espléndida alucinación Moby Dick). Imposible exhibir o analizar aquí la novela entera; básteme traducir un rasgo ejemplar, subordinado -como todos- al secreto argumento. Se trata de la oscura tribu que mencioné y de los riachuelos de su isla. Determinar que su agua era colorada o azul, hubiera sido recusar demasiado toda posibilidad de blancura. Poe resuelve ese problema así, enriqueciéndonos: «Primero nos negamos a probarlo, suponiéndola corrompida. Ignoro cómo dar una idea justa de su naturaleza, y no lo conseguiré sin muchas palabras. A pesar de correr con rapidez por cualquier desnivel, nunca parecía límpida, excepto al despeñarse en un salto. En casos de poco declive, era tan consistente como una infusión espesa de goma arábiga, hecha en agua común. Este, sin embargo, era el menos singular de sus caracteres. No era incolora ni era de un invariable color, ya que su fluencia proponía a los ojos todos los matices del púrpura, como los tonos de una seda cambiante. Dejamos que se fuera asentando en una vasija y comprobamos que la entera masa del líquido estaba separada en venas distintas, cada una de tono individual, y que esas venas no se mezclaban. Si se pasaba la hoja de un cuchillo a lo ancho de las venas, el agua se cerraba inmediatamente, y al retirar la hoja desaparecían todos los rastros. En cambio, cuando la hoja era insertada con precisión entre dos de las venas, ocurría una perfecta separación, que no se rectificaba en seguida».

Rectamente se induce de lo anterior que el problema central de la novelística es la causalidad. Una de las variedades del género, la morosa novela de caracteres, finge o dispone una concatenación de motivos que se proponen no diferir de los del mundo real. Su caso, sin embargo, no es el común. En la novela tumultuosa y en marcha, esa motivación es improcedente, y lo mismo en el relato de breves páginas y en la infinita novela espectacular que compone Hollywood con los plateados ídola de Joan Crawford y que las ciudades releen. Un orden muy diverso los rige, lúcido y ancestral. La primitiva claridad de la magia.

Ese procedimiento o ambición de los antiguos hombres ha sido sujetado por Frazer a una conveniente ley general, la de la simpatía, que postula un vínculo inevitable entre cosas distantes, ya porque su figura es igual -magia imitativa, homeopática-, ya por el hecho de una cercanía anterior -magia contagiosa. Ilustración de la segunda era el ungüento curativo de Kenelm Digby, que se aplicaba no a la vendada herida sino al acero delincuente que la infirió -mientras aquélla, sin el rigor de bárbaras curaciones, iba cicatrizando. De la primera los ejemplos son infinitos. Los pieles rojas de Nebraska revestían cueros crujientes de bisonte con la cornamenta y la crin y machacaban día y noche sobre el desierto un baile tormentoso, para que los bisontes llegaran. Los hechiceros de la Australia Central se infieren una herida en el antebrazo que hace correr la sangre, para que el cielo imitativo o coherente se desangre en lluvia también. Los malayos de la Península suelen atormentar o denigrar una imagen de cera, para que perezca su original. Las mujeres estériles de Sumatra cuidan un niño de madera y lo adornan, para que sea fecundo su vientre. Por iguales razones de analogía, la raíz amarilla de la cúrcuma sirvió para combatir la ictericia, y la infusión de ortigas debió contrarrestar la urticaria. El catálogo entero de esos atroces o irrisorios ejemplos es de enumeración imposible; creo, sin embargo, haber alegado bastantes para demostrar que la magia es la coronación o pesadilla de lo causal, no su contradicción. El milagro no es menos forastero en ese universo que en el de los astrónomos. Todas las leyes naturales lo rigen, y otras imaginarias. Para el supersticioso, hay una necesaria conexión no sólo entre un balazo y un muerto, sino entre un muerta y una maltratada efigie de cera o la rotura profética de un espejo o la sal que se vuelca o trece comensales terribles.

Esa peligrosa armonía, esa frenética y precisa causalidad, manda en la novela también. Los historiadores sarracenos, de quienes trasladó el doctor José Antonio Conde su Historia de la dominación de los árabes en España, no escriben de sus reyes y jalifas que fallecieron, sino «Fue conducido a las recompensas y premios» o «Pasó a la misericordia del Poderoso» o «Esperó el destino tantos años, tantas lunas y tantos días». Ese recelo de que un hecho temible pueda ser atraído por su mención, es impertinente o inútil en el asiático desorden del —178→ mundo real, no así en una novela, que debe ser un juego preciso de vigilancias, ecos y afinidades. Todo episodio, en un cuidadoso relato, es de proyección ulterior. Así, en una de las fantasmagorías de Chesterton, un desconocido acomete a un desconocido para que no lo embista un camión, y esa violencia necesaria pero alarmante, prefigura su acto final de declararlo insano para que no lo puedan ejecutar por un crimen. En otra, una peligrosa y vasta conspiración integrada por un solo hombre (con socorro de barbas; de caretas y de seudónimos) es anunciada con tenebrosa exactitud en el dístico:

As all stars shrivel in the single sun,
the words are many, but The Word is one

que viene a descifrarse después, con permutación de mayúsculas: The words are many, but the word is One. En una tercera, la maquette inicial -la mención escueta de un indio que arroja su cuchillo a otro y lo mata- es el estricto reverso del argumento: un hombre apuñalado por su amigo con una flecha, en lo alto de una torre. Larga repercusión tienen las palabras. Ya señalé una vez que la sola mención preliminar de los bastidores escénicos contamina de incómoda irrealidad las figuraciones del amanecer, de la pampa, del anochecer, que ha intercalado Estanislao del Campo en el Fausto. Esa teleología de palabras y de episodios es omnipresente también en los buenos films. Al principiar A cartas vistas (The showdown), unos aventureros se juegan a los naipes una prostituta, o su turno; al terminar, uno de ellos ha jugado la posesión de la mujer que quiere. El diálogo inicial de La ley del hampa versa sobre la delación, la primer escena es un tiroteo en una avenida; esos rasgos resultan premonitorios del asunto central. En Fatalidad (Dishonored) hay temas recurrentes: la espada, el beso, el gato, la traición, las uvas, el plano. Pero la ilustración más cabal de un orbe autónomo de corroboraciones, de presagios, de monumentos, es el predestinado Ulises de Joyce. Basta el examen del libro expositivo de Gilberto, en su defecto, de la vertiginosa novela.

Procuro resumir lo anterior. He distinguido dos procesos causales: el natural, que es el resultado incesante de incontrolables e infinitas operaciones; el mágico, donde profetizan los pormenores, lúcido y limitado. En la novela, pienso que la única posible honradez está con el segundo. Quede el primero para la simulación psicológica.

Jorge Luis Borges, en Discusion (1932)

Ejercicios de Escritura #5

Alguien a quien le sucedió algo por lo cual... 

Dice Peter Rubie que así se construyen el 90% de las historias, ficcionales e incluso las no-ficcionales:

Había una vez ALGUIEN a quien le sucedió ALGO por lo cual decidió ir tras un OBJETIVO. Por lo tanto trazó un PLAN DE ACCIÓN y aún así no pudo impedir que CIERTAS FUERZAS le impidieran avanzar, con todo decidió SEGUIR ADELANTE porque había mucho en juego. Y justo cuando las cosas parecían ir tan mal como se pudiera imaginar aprendió UNA IMPORTANTE LECCIÓN y cuando tuvo al alcance de la mano EL PREMIO que había intentado alcanzar con tanto ahínco tuvo que decidir si a fin de cuentas lo quería o no y al tomar esa decisión pudo satisfacer UNA NECESIDAD que había sido creada por ALGO en su pasado.

Gary Provost Sentence en Peter Rubie y Gary Provost, How to tell a Story.

Aunque puede surgir la duda de si no es el 10% restante el que realmente vale la pena, como ejercicio de composición de la Fabula viene bien intentar llenar esos casilleros con una historia de nuestra propia invención. Por supuesto que será necesario adaptar las oraciones según el caso.

Todos los ejercicios ESTÁN AQUÍ